Ansiedad

No son pocas las personas que creen que su ansiedad tiene que ver con su entorno y con las situaciones que tienen que vivir. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Dedicaré este post para entender cómo funciona el mecanismo cognitivo de la ansiedad. 
 
Nuestro cerebro es una máquina maravillosa: es el órgano principal del sistema nervioso, y gracias a él podemos interpretar el mundo y a nosotros mismos. Crea el yo a través de la información que recoge del exterior, de nuestras experiencias y aprendizajes. Es decir, es una guía de interpretación de todo lo que nos rodea: nos proporciona un mapa interpretativo de cómo es la vida y cómo somos nosotros, cómo funcionan las cosas y cómo nos relacionamos con ellas. Por tanto, no es lo que nos pasa en nuestro día a día, sino lo que nuestro cerebro interpreta que nos pasa. Y si todo lo vemos a través de nuestra guía de interpretación… ¿qué ocurre cuando esa guía de interpretación no funciona correctamente? Imagina que tu cerebro haya aprendido a relacionarse con el entorno y a interpretarlo a través de emociones como el miedo, la autoexigencia, la ira o la preocupación y que lo descifre todo a través de este filtro erróneo… como es lógico, estas “gafas” o esta interpretación te provocará ansiedad. Esto sirve para entender que la ansiedad no está ni proviene del exterior, sino del interior. 
 
La ansiedad aparece cuando la interpretación de todo lo que nos rodea se vincula a la emoción de miedo y ese miedo está provocado no por un estímulo real que pone en peligro nuestra vida, sino por un estímulo irreal. Veamos esto con detenimiento. Cuando un peligro es real y puede que mortal (se acerca un autobús y puede atropellarte) provoca miedo y nuestro cerebro reacciona activando la amígdala, que es quien se encarga de activar la respuesta primitiva de huida o ataque, liberando adrenalina a chorros para salvarte la vida. Es decir, esta reacción de miedo tiene su utilidad. Cuando el autobús ha pasado, tu cuerpo se desactiva y la emoción de miedo desaparece. El problema surge cuando este sistema de miedo permanece activo 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año y tu cerebro interpreta toda clase de estímulos como potencialmente mortales. Eso es la ansiedad. 
 
Como nuestro cerebro funciona y su trabajo es que permanezcamos a salvo, simplemente con pensar que algo nos provoca miedo, actuará activando los procesos que he descrito antes. Es decir, que cuando tú piensas en una mala experiencia que ocurrió hace 20 años, tu cerebro la interpreta en el presente como una amenaza y sigue el mismo proceso de activación que hace 20 años. Y eso sólo con pensarlo. Esto da una idea del poder de los pensamientos: no es lo que nos pasa, sino lo que pensamos que nos pasa. Con esto quiero decir dos cosas: la primera, que si el detonante es un pensamiento, puedo dejar de pensar (sí, se puede dejar la mente en blanco o interrumpir un pensamiento); y la segunda, que si tengo un pensamiento negativo que activa el miedo, puedo tener otro positivo que lo desactive.
 
El proceso para interrumpir los pensamientos que nos provocan miedo puede ser algo tal que así:
1-     Identificar un pensamiento que nos provoque ansiedad (realizar una lista de pensamientos que nos provoquen ansiedad no es mala idea. Pueden ser cosas como “me voy a quedar solx” “no voy a encontrar trabajo” “los demás me van a juzgar” “tengo miedo a relacionarme con otras personas” “tengo miedo a que me hieran” “no voy a saber cómo hacerlo”).  
2-     Intentar observarlo como lo que es, un pensamiento. No es la verdad absoluta.
3-     Este pensamiento va a ir y venir según se le antoje, no tenemos que hacer nada en función de lo que opinemos en este momento sobre él.  
4-  Hacer un movimiento que sirva para cortar ese pensamiento cuando nos acucie (parada de pensamiento). Puede ser simplemente dar un chasquido con los dedos o sacarlo de tu cabeza haciendo el movimiento de pinza con los dedos (anclaje de movimiento).
5-     Practicar, practicar, practicar.
 
La otra forma para desactivar los pensamientos ansiosos es crear un pensamiento nuevo positivo para contrarrestarlos.
1-     Imagina un lugar que te produzca paz.
2-     Mentalmente trasládate a ese lugar y empieza a pensar en las características agradables que tiene, diciéndotelas mentalmente.
3-     Escucha cómo tu cuerpo y tu cerebro se calman.
4-     Toca un punto de tu cuerpo o un complemento que siempre lleves contigo (un colgante, una pulsera, un anillo), y asocia esa sensación de calma que te transmite ese lugar imaginario a ese punto de tu cuerpo o ese objeto, de forma que automatices sentirte tranquilx y segurx.  
5-     Practicar, practicar, practicar.
6-     Cuando un pensamiento ansioso te ronde, contrarréstalo con el pensamiento positivo que hayas creado previamente.
 
El camino para salir de la ansiedad no es otro que conocernos a nosotros mismos y la manera de interpretar el mundo que tenemos, reconduciéndola si es necesario. Es, como todo, un proceso de autoconocimiento. Lo importante es tener el valor de dar el primer paso hacia ese autoconocimiento.  

 

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