Existen una serie de malos hábitos conductuales que son particularmente nocivos y que afectan a las relaciones con nuestra pareja, hijos, padres, amigos, etc, contribuyendo a incrementar el conflicto y la intensidad negativa de las mismas.
Veamos algunos de ellos:
- Gritar.
Hablar más alto no significa que los demás nos escuchen mejor. Lo que
ocurre cuando gritamos es que la otra persona se cierra, se bloquea y se
pone a la defensiva dispuesta para el contraataque.
- Negarse
a admitir que se han hecho las cosas mal o se han cometido errores. Si no
somos capaces de admitir un error, los demás nos verán como personas poco
honestas y poco dignas de confiarse a nosotros. Admitir que somos humanos
y que nos equivocamos no es dejar que los demás vean nuestras miserias,
sino dar valor a nuestras imperfecciones y amarlas tal cual. Y, sobre
todo, es el primer paso para poner en marcha conductas alternativas para enmendar
el error.
- Negarse
a disculparse. Esto va en consonancia con lo anterior; si no somos capaces
de ofrecer una disculpa cuando sabemos que nos hemos equivocado y que
hemos herido a alguien, estamos creando en los demás enfado y
resentimiento. Dejan de vernos como personas responsables y dignas de
confianza.
- Señalar
con el dedo culpabilizando a otra persona por nuestros problemas de
relación. Este es el ingrediente perfecto para que se pongan a la
defensiva y sobre todo para que se cree un resentimiento muy potente. Sin contar
que no nos estamos haciendo responsables de nosotros mismos y estamos
echando “balones fuera”.
- Insultos.
Cuando utilizamos palabras hirientes, estamos abonando el terreno para que
la otra persona se abandone a la furia. Aquí entra también el uso de
adjetivos sarcásticos. Seamos responsables con nuestro lenguaje. Un insulto
nunca se olvida si proviene de una persona a la que estimamos.
- Esperar
a que alguien llene nuestro “pozo de amor”. El trasladar esta responsabilidad
a otras personas hace que nos encontremos siempre en una eterna “falta de
amor”, ya que los responsables de llenar ese pozo interno somos nosotros
mismos y no es responsabilidad de ninguna persona externa. Si ejercemos esa presión sobre otras personas, cargándoles con ese
peso, nos haremos dependientes a largo plazo de sus muestras de afecto, lo
que también aumentará nuestra ansiedad por conservar la relación y el
miedo a perder lo que tenemos (dependencia emocional).
- Ver sólo
un lado de la historia. Si nos negamos a ver el punto de vista de la otra
persona, estamos no sólo empequeñeciéndola y haciéndola sentir que no
cuenta, sino que a la vez nos estamos limitando el conocimiento a nosotros
mismos, porque sólo sabremos la mitad de la historia.
Hay que dejar claro que
nadie es perfecto y que todos, en algún momento, hemos incorporado a nuestro
repertorio conductual alguno de estos malos hábitos. Lo importante es darse
cuenta y poner en marcha estrategias de comunicación diferentes, intentando ser
personas lo más asertivas posible ante los conflictos relacionales.
Si crees que tienes alguna
dificultad en tus relaciones con los demás o quieres mejorar las que mantienes,
en Meraki Psicología Aplicada podemos ayudarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu experiencia es importante... ayúdanos a crear una comunidad de apoyo