En el post anterior hablábamos de
los hábitos y comportamientos nocivos que afectan a las relaciones personales; como
es lógico, también existen hábitos y conductas que ayudan a fortalecer las relaciones
personales, inspirando confianza, amor, ternura, y todo el cuidado que sentimos
por nosotros mismos y por los demás.
-Utilizar un tono calmado y tranquilo cuando hablamos. Esto nos ayuda a que los demás nos escuchen; también facilita que
nos entiendan y que respondan adecuadamente a nuestras peticiones.
-Dirigirnos a los demás con amabilidad y cierta ternura. Esto
provoca que las personas se abran, se sientan relajadas y comprendidas. Facilita
la comunicación y el entendimiento, alejándonos de las posturas defensivas.
-Admitir errores. Nadie es perfecto, somos humanos y, por
tanto, no somos infalibles en nuestro comportamiento ni en nuestras decisiones.
Aléjate del perfeccionismo: es la semilla de la infelicidad.
-Disculparse cuando sea necesario. Este hábito nos
convierte en personas emocionalmente sanas y honestas. Saber pedir perdón es
una condición necesaria e imprescindible para unas relaciones sanas y plenas
con los demás. El perdón tiene la capacidad de proporcionar una doble paz: para
la persona que lo otorga y para la persona que lo recibe.
-Separar el problema de la persona. Centrarse en la
dificultad o en el problema y no mezclar esto con lo que es la persona en sí, resulta
requisito fundamental para la resolución asertiva de conflictos. Recuerda: lo que
ha hecho alguien puede ser bastante diferente de cómo es la persona en realidad
(nunca subestimes el poder de la situación que vive esa persona, ya que todos
en unas condiciones concretas podemos hacer cosas que nunca habíamos pensado
que pudiéramos hacer).
-Creer que puede solucionarse, buscando siempre un enfoque
para desescalar el conflicto. No se trata de ganar al otro, se trata de
encontrar juntos una solución positiva para ambos. Las luchas de egos sólo
sirven para alimentar estúpidas disputas de poder, alejándose de las soluciones
justas y adecuadas para las dos partes.
-Amarse uno mismo. Si sabemos amarnos y respetarnos como
somos, con nuestros brillos y nuestras zonas menos luminosas, como personas
completas, sin la participación dependiente de nadie, nuestras relaciones
personales serán mucho más plenas y satisfactorias. Es mucho más sano
relacionarse con alguien que se siente bien y a gusto consigo mismo y que no
busca una dependencia emocional sino una conexión auténtica con otra persona
que con alguien que está buscando que otra persona “lo complete”.
Si crees que necesitas mejorar tus relaciones personales, o simplemente, estar mejor contigo mismo, en Meraki Psicología Aplicada podemos ayudarte.