Dejarlo todo: la tentación vive arriba

A veces la vida puede volverse abrumadora y sentimos la necesidad de querer dejarlo todo y cortar cualquier vínculo con nuestro yo anterior. Sin embargo, es importante abordar este sentimiento de una forma reflexiva. Aquí hay algunos pasos que podrías considerar antes de tomar una decisión tan drástica:

1.     Reflexiona sobre tus motivaciones: ¿Por qué sientes la necesidad de dejarlo todo? ¿Es debido a problemas específicos en tu vida, estrés acumulado, insatisfacción con ciertas áreas de tu vida o hay algo más? Identificar las razones detrás de tu deseo puede ayudarte a entender mejor tus sentimientos.

2.   Evalúa las consecuencias: Piensa en las posibles consecuencias de dejarlo todo. ¿Cómo afectaría esto tu vida a corto y largo plazo? Considera cómo impactaría en tus relaciones personales, tu situación financiera, tu carrera y tu bienestar emocional.

3.     Busca apoyo: Habla con amigos cercanos, familiares o un profesional de la salud mental sobre lo que estás sintiendo. A veces, simplemente hablar sobre tus sentimientos puede proporcionarte claridad y perspectiva. Un terapeuta o consejero también puede ayudarte a explorar tus pensamientos y emociones de manera más profunda.

4.     Identifica soluciones alternativas: Considera si hay cambios que puedas hacer en tu vida para mejorar tu situación en este momento: tal vez sea buscar un nuevo trabajo, establecer límites saludables en tus relaciones, buscar ayuda profesional o hacer ajustes en tu estilo de vida.  

5.    Traza un plan: Si decides que dejarlo todo es la mejor opción para ti, haz un plan detallado sobre cómo llevarlo a cabo. Esto podría incluir establecer un presupuesto, buscar un nuevo lugar para vivir, encontrar un nuevo trabajo o cualquier otra acción necesaria para facilitar la transición.

6.    Sé consciente de tus emociones: Reconoce que tomar una decisión tan importante puede ser emocionalmente desafiante. Permítete sentir y procesar tus emociones a lo largo del proceso.

7.     Date tiempo para decidir: Evita tomar decisiones impulsivas. Tómate el tiempo que necesites para considerar cuidadosamente tus opciones y asegurarte de estar tomando la mejor decisión para ti en este momento.

8.    Considera que tal vez lo que necesitas sea simplemente una pausa: aprende a pausar, no a renunciar. Desconecta de tu entorno habitual unos días, sea vacacionando o un fin de semana de desconexión total haciendo cosas que te gusten y no supongan una obligación. Puede que a la vuelta lo veas todo mucho más claro.

Recuerda que siempre hay opciones y recursos disponibles para ayudarte a hacer frente a los desafíos que enfrentas en la vida. No dudes en buscar ayuda si sientes que estás luchando por encontrar una solución.

 

Quiet quitting

La renuncia silenciosa o quiet quitting es un sentimiento de cansancio y desmotivación en el empleado, que se refiere a una forma de dejar un trabajo sin realizar una renuncia explícita; el empleado le resta prioridad a su trabajo, incluso sin importar que esto pueda acarrear su despido, y se va retirando de forma gradual, disminuyendo su compromiso y participación en el mismo. Es como si se estuviera “desconectando” lentamente de su trabajo. 

Esta renuncia silenciosa puede manifestarse de varias formas:

-El empleado disminuye su productividad: disminuye su rendimiento en el trabajo, solamente cumple con lo mínimo requerido y evita asumir nuevas responsabilidades.

-El empleado disminuye la calidad de su trabajo: entrega tareas más tarde, comete más errores de lo habitual o ya no presta atención a los detalles.

-El empleado disminuye su proactividad: ya no propone nada ni tiene iniciativa dentro de la empresa. Evita acudir a reuniones o a participar activamente en ellas.

-El empleado comienza a aislarse socialmente dentro de la empresa: esta falta de colaboración con los compañeros o superiores es un fiel reflejo de la desconexión emocional con la empresa que está sintiendo.

-El empleado rehúsa realizar la formación que le ofrece la empresa para su crecimiento personal o laboral.

-El empleado presenta una actitud negativa y una comunicación deficiente o inexistente. Como ha perdido el interés en el trabajo, comienza a tener una mala actitud con sus compañeros o con sus superiores. En lugar de manifestar este malestar con su situación, prefiere reducir su compromiso con su trabajo.

-El empleado presenta un ausentismo frecuente: comienza a incumplir horarios o a faltar de forma más continuada a su puesto de trabajo sin comunicárselo adecuadamente a sus superiores. 

Es importante que los contratantes estén atentos a los signos de una renuncia silenciosa por parte del trabajador, para poder abordar las preocupaciones y problemas antes de que los empleados tomen la decisión de “dejar la empresa sin dejarla”. Una vez que el trabajador “ha renunciado silenciosamente” va a ser muy difícil que vuelva a comprometerse con la empresa. Lo más adecuado en estos casos es comunicarse de forma clara y directa con el trabajador y encontrar una salida adecuada de la misma.  

Comunicarnos en pareja

Comunicarnos adecuadamente ya en sí es un arte que requiere de mucha práctica y cierta pericia, y cuando esta comunicación tiene lugar con nuestra pareja, se complica un poco más. A pesar de que puede parecer que con nuestra pareja comunicarnos debería ser más sencillo, a menudo no es así. Hay todo un mundo de experiencias detrás de cada momento compartido, y pueden existir conflictos ocultos que han enrarecido la relación. Tampoco estamos muy acostumbrados a hablar de nuestras emociones o sentimientos, así que hacerlo de forma adecuada es un aprendizaje más en el que implicarnos. Veamos algunas pautas que pueden ayudarnos a que sea un acto más natural y sencillo.  

1. PENSAR LAS COSAS ANTES DE DECIRLAS. Ciertas cosas sólo deben decirse cuando estamos muy seguros de ello. “Últimamente no me siento muy atraído por ti, creo que me estás dejando de gustar” (¡¡¡¡¡¡El daño puede ser irreparable!!!!!!!)

2. Es mejor hacer una petición que una demanda: “¿Puedes traerme un vaso, por favor?” no es lo mismo que “Tráeme un vaso”.
 
3. Mejor hacer preguntas que acusaciones: “¿Me has entendido?” no es lo mismo que “Nunca entiendes nada de lo que te cuento”. 
 
4. Si hablamos de otra persona, hablemos de lo que hace y no de si es esto o aquello. “No has entendido lo que te he explicado” no es lo mismo que “Eres un desastre, nunca entiendes nada de lo que te explico”.
 
5. Hablar de los temas de uno en uno y no “sacar todos los trapos sucios” a la vez.
 
6. Dar gratificaciones: verbales y materiales. Es importante saber qué le gusta a nuestra pareja (a todo el mundo no le gusta lo mismo)  e intentar ser generosos con las gratificaciones tanto habladas como en forma de obsequios. “Lo has hecho muy bien...” “Te he comprado xxx. Deseo que te guste”. Aún es mejor preguntar de forma indirecta qué le gustaría...

7. Agradecer las gratificaciones. Mostrar abiertamente nuestra alegría por su comportamiento positivo. “Gracias por haber hecho…” “Gracias por lo que me has comprado. Me gusta mucho”.
 
8. Pedir gratificaciones: nadie tiene una bola de cristal donde aparezcan uno a uno nuestros deseos, por tanto, hay que comunicar abiertamente qué deseamos y cómo. “Me gustaría que tuvieses un detalle conmigo para mi cumpleaños. He visto xxx que me gusta mucho". Y no, no pasa nada por pedir las cosas; nuestra pareja no conoce todos nuestros deseos. Y no, no somos menos personas por decirlo. A menudo escucho en terapia: "Es que tiene que saberlo y salir de él/ella" y yo respondo: ¿Como sabes que sabe lo que tú quieres?". Simplemente hay que tener en cuenta que la telepatía no está demostrada científicamente aún.
 
9. Manifestar emociones y sentimientos negativos es importante: intentaremos hacerlo de forma asertiva para evitar una escalada o acumulación de negatividad. Pautas a seguir para expresar aquellos aspectos que no estén siendo positivos para nosotros. 

-Hablar del tema sin rodeos y explicando muy bien cada aspecto.

-Expresarlo en el momento en el que sucede, no dejarlo "para después". 

-Describir las conductas que nos molestan del otro, sin acusar. No es lo mismo decir “Mientras yo friego platos, tú estás viendo la tele y eso me parece injusto” que decir “Eres un caradura, me tienes como una esclava a tu servicio”. 
 
-Peticionar el cambio de conducta que deseamos ver en el otro, lo que queremos que cambie exactamente. “Me gustaría que cuando terminemos de cenar, me ayudaras con la cocina en vez de quedarte viendo la televisión: podemos hacerlo juntos: mientras yo friego los platos, ¿qué te parece si tú los secas y los vas colocando?”.