Cómo afrontar una conversación difícil

Cuando se trata de relaciones personales nada es sencillo; no son pocas las ocasiones que en terapia los clientes demandan estrategias para hacer frente a situaciones complejas dentro de las relaciones interpersonales. La más frecuente de estas situaciones es a la hora de mantener una conversación trascendente con una persona cercana; trascendente tanto por la temática a abordar como por la posible reacción que pueda presentar. Por este motivo resulta imprescindible la preparación psicológica, además de una actitud correcta.

Veamos algunas premisas que pueden ayudarnos a que la situación se resuelva de la mejor forma posible:

-Olvidarse de la dinámica ganar-perder. La idea que subyace a esta premisa es que, si lo pensamos bien, no estamos preparando una batalla, sino un espacio donde podamos comunicarnos, donde podamos entender los dos puntos de vista y llegar a un acuerdo que resulte beneficioso para ambas partes. La prioridad es entenderse, no es ganar.

-Separa a la persona del problema: es decir, no califiques a la otra persona porque haya hecho esto o lo otro. Céntrate en el problema o en los hechos, no en la persona.

-Habla de ti y no del otro (frases yo-yo). Di lo que sientes, cómo te afecta la situación por la que estáis pasando… el objetivo es que el otro conozca y entienda tu punto de vista.

-Deja tiempo para que el otro entienda y responda. No te apresures.

-Enfócate en buscar las soluciones, no en dar vueltas en círculo sobre el problema.

-Pon un extra de delicadeza si se trata de una persona querida y cercana. No utilices la información que posees para hacer daño a la otra persona, ni siquiera para defenderte. Sé firme, pero a la vez suave con tus palabras. 

Teletrabajo y salud mental

 

Los datos no dejan lugar a dudas: en España, tras la pandemia, se ha duplicado el número de personas que teletrabajan. Es cierto que tener la oficina en casa tiene determinadas ventajas (ahorro de desplazamientos, posibilidad de una mejor conciliación, no sufrir las inclemencias climatológicas, entre otras) pero también presenta una serie de inconvenientes para nuestra salud mental que hay que gestionar de forma óptima.

Veamos algunos de los inconvenientes del teletrabajo:

-Aislamiento social, debido a la falta de interacción humana con los compañeros. Estar en soledad también incrementa el riesgo de caer en la tristeza o el abatimiento. Para evitar esto, es necesario mantener unidos a los equipos de trabajo fomentando las reuniones virtuales regulares o las reuniones sociales después del trabajo.

-Dificultades para desconectar de las obligaciones. En no pocos hogares se ha instalado un rincón para el teletrabajo en el salón de la casa. Esto implica que la vida familiar, social y laboral se desarrolla en un mismo espacio, con la imposibilidad de sacar de nuestra mente todo lo relacionado con el puesto laboral, ya que, literalmente, tenemos la oficina ante nuestros ojos. Si hemos dejado asuntos por resolver, cada vez que miremos hacia ese rincón del salón estarán esperándonos con los brazos abiertos. Y a esto se suma que, en líneas generales, no se respeta el tiempo dedicado a estar desconectado del trabajo ya que las llamadas, los mensajes y los mails, se convertirán en compañeros inseparables del trabajador a todas horas. Es decir, que el teletrabajo provoca una sobrecarga de obligaciones mayor, entre la que se encuentra la disponibilidad casi total del trabajador. Para evitar que esta situación afecte a nuestra salud mental, es necesario establecer horarios y rutinas rígidos de productividad y de descanso. Además, destinar una zona de la casa diferenciada para el teletrabajo, a ser posible aislada y que favorezca la concentración, puede resultar de gran ayuda. También son imprescindibles las pausas programadas dentro del horario de trabajo; es aconsejable que cada dos horas haya entre 5 y 10 minutos de descanso (para ir al baño, beber agua, estirar las piernas, etc). También es importante cambiarse de ropa para comenzar y para terminar de teletrabajar (permanecer con el pijama no es una buena idea), con el objetivo de que nuestra mente pueda distinguir los diferentes horarios y actividades.  

-Obsesión con la productividad. Este modelo híbrido de teletrabajo y presencialidad que parece haberse instalado definitivamente ha abierto la puerta a la desconfianza absoluta entre empleados y empleadores. Esto se debe, principalmente, a que los jefes se fían más de los empleados que ven que de los que no ven. Antes se medía la productividad de forma tradicional: visitando los puestos de trabajo, echando un vistazo a los dispositivos… ahora se ha fomentado el uso de programas para monitorizar la actividad online, confundiendo actividad con productividad. A pesar de que los trabajadores se sienten más productivos desde casa, los empleadores no lo perciben así, lo que ha supuesto que la mayoría de las empresas sometan a sus trabajadores a un monitoreo constante que provoca aún más presión añadida. Los datos recabados indican que los trabajadores sacan más trabajo en casa, se toman menos descansos, van menos al baño y acortan la pausa para comer. Es decir, que, utilizando la métrica del tiempo, puede decirse que los trabajadores son más productivos en remoto que en la presencialidad.