Los datos no dejan lugar a dudas:
en España, tras la pandemia, se ha duplicado el número de personas que teletrabajan.
Es cierto que tener la oficina en casa tiene determinadas ventajas (ahorro de
desplazamientos, posibilidad de una mejor conciliación, no sufrir las
inclemencias climatológicas, entre otras) pero también presenta una serie de inconvenientes
para nuestra salud mental que hay que gestionar de forma óptima.
Veamos algunos de los inconvenientes
del teletrabajo:
-Aislamiento social,
debido a la falta de interacción humana con los compañeros. Estar en soledad
también incrementa el riesgo de caer en la tristeza o el abatimiento. Para evitar
esto, es necesario mantener unidos a los equipos de trabajo fomentando las
reuniones virtuales regulares o las reuniones sociales después del trabajo.
-Dificultades para desconectar
de las obligaciones. En no pocos hogares se ha instalado un rincón para el
teletrabajo en el salón de la casa. Esto implica que la vida familiar, social y
laboral se desarrolla en un mismo espacio, con la imposibilidad de sacar de
nuestra mente todo lo relacionado con el puesto laboral, ya que, literalmente,
tenemos la oficina ante nuestros ojos. Si hemos dejado asuntos por resolver,
cada vez que miremos hacia ese rincón del salón estarán esperándonos con los brazos
abiertos. Y a esto se suma que, en líneas generales, no se respeta el tiempo
dedicado a estar desconectado del trabajo ya que las llamadas, los mensajes y
los mails, se convertirán en compañeros inseparables del trabajador a todas horas.
Es decir, que el teletrabajo provoca una sobrecarga de obligaciones mayor,
entre la que se encuentra la disponibilidad casi total del trabajador. Para evitar
que esta situación afecte a nuestra salud mental, es necesario establecer
horarios y rutinas rígidos de productividad y de descanso. Además, destinar una
zona de la casa diferenciada para el teletrabajo, a ser posible aislada y que
favorezca la concentración, puede resultar de gran ayuda. También son
imprescindibles las pausas programadas dentro del horario de trabajo; es
aconsejable que cada dos horas haya entre 5 y 10 minutos de descanso (para ir al
baño, beber agua, estirar las piernas, etc). También es importante cambiarse de
ropa para comenzar y para terminar de teletrabajar (permanecer con el pijama no
es una buena idea), con el objetivo de que nuestra mente pueda distinguir los
diferentes horarios y actividades.
-Obsesión con la productividad.
Este modelo híbrido de teletrabajo y presencialidad que parece haberse instalado
definitivamente ha abierto la puerta a la desconfianza absoluta entre empleados
y empleadores. Esto se debe, principalmente, a que los jefes se fían más de los
empleados que ven que de los que no ven. Antes se medía la productividad de
forma tradicional: visitando los puestos de trabajo, echando un vistazo a los
dispositivos… ahora se ha fomentado el uso de programas para monitorizar la
actividad online, confundiendo actividad con productividad. A pesar de que los
trabajadores se sienten más productivos desde casa, los empleadores no lo
perciben así, lo que ha supuesto que la mayoría de las empresas sometan a sus
trabajadores a un monitoreo constante que provoca aún más presión añadida. Los datos
recabados indican que los trabajadores sacan más trabajo en casa, se toman
menos descansos, van menos al baño y acortan la pausa para comer. Es decir, que,
utilizando la métrica del tiempo, puede decirse que los trabajadores son más productivos
en remoto que en la presencialidad.