Comunicar la separación de la pareja a los niños

El amor es algo maravilloso que nos mueve a todos los seres humanos y una de las experiencias más gratificantes que existen. No es sencillo afrontar su final y es un proceso complejo y diferente para cada persona. La ruptura y separación puede complicarse aún más cuando hay hijos por medio. Veamos algunas pautas que pueden ayudarnos a sobrellevar mejor la comunicación de la separación a los hijos.

-Hay que transmitirles la idea de que la separación es una decisión de ambos progenitores, aunque pueda haber sido tomada de forma unilateral por uno de ellos.

-Cuando la decisión de separarse sea firme e irreversible es el momento de comunicarlo a los hijos, no antes.

-Informar a los hijos solamente aquello que puedan comprender, usando un lenguaje adecuado a su nivel de comprensión y dependiendo de la edad de cada niño.

-Hablarlo todas las veces que sea necesario para que los hijos resuelvan sus temores e inquietudes, ya que tardarán un tiempo en comprender la situación y querrán hacer sus propias preguntas sobre lo que está pasando.

-Transmitir el mensaje de la separación de modo sereno y claro, sin gritar ni llorar y sin ambigüedades.

-Decirles cómo les va a afectar la nueva situación en su día a día: con quién van a vivir, dónde, cómo será la relación con el progenitor con el que no convivan, etc. Es importante que tengan una guía del proceso que seguirá la separación/divorcio para que la situación les proporcione cierta seguridad y evitar que se sientan perdidos de con quién y cómo y durante cuánto tiempo van a estar. Es importante que en el convenio regulador se recojan todos esos aspectos, sobre todo en lo relativo a las fechas señaladas, como los cumpleaños, santorales, fines de semana, vacaciones, etc.

-Deben estar presentes los dos miembros de la pareja, para que se sientan seguros y saber con seguridad que les importan por igual a los dos progenitores.

-Evitar señalar culpables, inocentes o responsables de la separación.

-Hacerles ver que vais a estar ahí cuando os necesiten y que sois incondicionales pase lo que pase.   

-Decirles que al comienzo costará un poco adaptarse, pero que poco a poco irá yendo mejor.

-Es muy importante hacerles ver que vuestro amor por ellos es el mismo o más que antes, y que siempre que necesiten ver al progenitor con el que no estén en ese momento podrán comunicarse con él o verlo si lo desean (es muy importante una buena comunicación entre ambos progenitores y recoger este apartado de forma que esté estipulado de forma clara y operativa en el convenio regulador).

-Respetar en la medida de lo posible la rutina de los hijos: casa, amigos, actividades…

-Compartir preocupaciones y tareas entre la expareja. Tratar todo lo relacionado con la educación y la salud de los niños y establecer las responsabilidades de cada uno de forma clara y concisa (gastos de colegio, dentista, regalos…).  

-Recordar que aunque se haya dejado de ser pareja, se sigue siendo progenitor. Intentar que la comunicación entre la expareja sea correcta y fluida en todos los aspectos, sobre todo para poder velar de forma adecuada por el bienestar de los niños.  

 

Volver a empezar

La vida nos pone a prueba constantemente: pérdidas personales, enfermedad, rupturas amorosas, incertidumbre… es en esos momentos difíciles cuando tenemos que perfeccionar nuestra capacidad de responder al mundo para poder superarlos y volver a comenzar de nuevo con una ilusión renovada.

Dirigir la propia vida en esos momentos requerirá de un gran esfuerzo por nuestra parte. No hay soluciones mágicas para mitigar el dolor de una pérdida o sobrellevar una enfermedad, pero sí podemos evitar caer en conductas de autodestrucción que se producen por la ruptura de un tiempo de felicidad anterior. Las crisis nos ayudan a cambiar y crecer como personas; aprovechar esos vientos de cambio a nuestro favor será la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos.

Afortunadamente, contamos con una capacidad maravillosa que nos permite adaptarnos a las nuevas situaciones: la resiliencia. Esta capacidad requiere de una inquietud por nuestra parte que nos empuja a conocernos de modo profundo, y este autoconocimiento es, a su vez, la herramienta más poderosa para proporcionarnos el coraje que necesitamos para superar las adversidades.

Veamos algunas pautas que pueden ayudarnos a situarnos nuevamente en la estela de la vida y recuperar la ilusión:

-Si estás en un proceso de duelo (por la pérdida de una persona querida, una relación, un trabajo, tu salud…), permítete sentir tristeza, pero también enfrentarte a la pena. Afróntala de modo activo, tomando un papel alejado del victimismo y la autocompasión excesiva.  Comienza a escribir un diario, intentando ser lo más honesto posible, ya que sólo tú tendrás acceso a lo que escribas. Simplemente estarás creando un reflejo de ti. Un buen ejercicio para comenzar ese diario puede ser escribir cómo vas a superar la situación por la que estás pasando; esto moviliza el pensamiento positivo hacia la superación del problema y genera autoestrategias para salir adelante.

-Permítete llorar como expresión natural de la tristeza. Llorar tiene una acción reparadora en el organismo y estamos programados genéticamente para notar alivio después del llanto. Eso sí, procura acotar un tiempo y un lugar a este llanto, que el llanto no se convierta en ocupa permanente de tus pensamientos y de tu día a día.

-Busca un sentido a tu vida. Encontrar cuál es tu motivo para seguir adelante y para qué quieres hacerlo puede ayudarte a ajustar las velas para aprovechar mejor los vientos de cambio. Si encuentras el para qué encontrarás automáticamente el cómo.

-Recupera y estrecha vínculos. Los sentimientos de pérdida y tristeza pueden llevarnos a buscar la soledad. Esto puede resultar positivo al comienzo, pero si se prolonga demasiado resultará contraproducente. Para evitarlo, diseña momentos con los seres que más te importan que te permitan estrechar los vínculos con ellos, y busca la compañía de personas que te resulten agradables y te reconforten. Es el momento de conocer gente nueva o recuperar el contacto con otras personas. Aléjate de personas que no te hagan sentir bien.

-Traza un nuevo plan de vida. Incluye en él todo aquello que desearías hacer a todos los niveles: metas laborales, personales, espirituales… también haz una lista de los recursos personales y materiales que posees para alcanzar esas metas. Esto movilizará tus pensamientos hacia la nueva realidad que se abre ante ti.

-Si puedes, establece una rutina de pasear a paso ligero al menos 30 minutos al día. Esto te ayudará a mejorar el humor y clarificar los pensamientos.  

Si te sientes identificado o tienes dificultades para volver a comenzar de nuevo, en Meraki Psicología Aplicada podemos ayudarte.