Todos tenemos un juez interno que, en la mayoría de las ocasiones, no parece ser el gran compañero que nos gustaría que fuese (a veces no está demás preguntarle para quién trabaja en realidad: si a nuestro favor o a nuestra contra). El diálogo interno es uno de los factores más influyentes en la autoestima, y, como todo lo relacionado con la conducta, no es más que un aprendizaje. Puede que en nuestra infancia no hayamos escuchado las suficientes palabras de aliento y de ternura y que, en vez de esas palabras, nuestros cuidadores se mostraron muy críticos y duros con nosotros. Esto se refleja en la adultez en un aprendizaje erróneo sobre cómo dirigirnos a nosotros mismos y tratarnos con el cariño y el respeto que merecemos. Aprender a reconocer el sabotaje programado (programado = aprendido) de nuestro lenguaje interno y a cambiarlo es uno de los primeros pasos para construir una sana autoestima.
Veamos algunas pautas que pueden
ayudarnos a tratarnos mejor:
-Evita compararte con los
demás: no eres ellos. Ningún ser humano es idénticamente igual a otro; por
tanto, las comparaciones entre personas son fuentes poco creíbles de modelos a
seguir. Nadie ha recibido el mismo sol que tú, ni bebido la misma agua, ni
comido la misma cantidad exacta de alimento y en la misma porción; sin contar
que no han tenido el mismo entorno, ni la misma familia, ni los mismos acontecimientos
vitales en el mismo momento que tú. No es extraño haber recibido mensajes en la
niñez como “Mira tu prima, qué buena hija es, no como tú”, “Tu amigo Jose, ese
sí que sabe hacer las cosas bien, no tú que eres un desastre”, etc. Esas comparaciones
puede que sigan vigentes a día de hoy en tu interior, ten cuidado y no hagas tú
lo mismo para contigo. Eres único y exclusivo: nadie es igual a ti, por tanto,
compararse con otras personas no es fiable.
-No hay fórmulas para hacer
las cosas absolutamente perfectas. Esto enlaza con lo anterior: cada
persona tiene su propia trayectoria vital, su propio modo de existir, su propia
forma de ver las cosas. Si preguntas a las personas cómo llevar a cabo un
proyecto, cada una te dará una opinión sobre cómo debe de ser hecho y los pasos
a seguir. Puede que haya opiniones parecidas, pero nunca iguales. Esto quiere
decir que las cosas no tienen un único modo de hacerse, sino tantos como
personas existen. Quizá la respuesta está en hacerlas a nuestro modo, aún a
sabiendas de que puede que no sea el mejor, pero es el que más se acerca a
nosotros y nos representa.
-Los errores son parte del
proceso de crecimiento como persona. No se trata de ser perfecto, sino de
ser y hacer las cosas a nuestra forma. Reconocer que somos humanos y no
máquinas perfectas nos brinda la oportunidad de cometer errores y buscar
alternativas para enmendarlos. No conozco a nadie que no se haya equivocado
nunca. Es más, saber que podemos equivocarnos nos hace más sabios y más libres
para tomar nuestras decisiones; seremos más sabios aún si reconocemos el error,
pedimos disculpas por ello, y ponemos en marcha estrategias eficaces de reparación
de dicho error.
-Acepta tus debilidades o tus
cualidades poco desarrolladas. Todos tenemos áreas en nuestra vida que asumimos
que hay que trabajarlas. Nadie es perfecto. Aceptar esas áreas como parte de lo
que somos no nos hace más débiles, sino que nos proporciona libertad creativa y
un lienzo en blanco para trabajar en nosotros mismos y construirnos como
queremos ser. Reconocer cuáles son esas áreas por desarrollar y aceptarlas es
poner en marcha los mecanismos necesarios para que se obre un cambio: es darnos
el poder de crearnos a nosotros mismos.
-Acepta y expresa todas tus
emociones. Nuestro universo emocional es un mecanismo que nos ayuda a
adaptarnos al medio: sin nuestras emociones no habríamos sobrevivido jamás como
especie. Escucha a tu cuerpo y a tu mente, dale voz a lo que sientes, incluso
si parece que no es lo apropiado para la situación que vives, o si es una emoción
que se ha tachado de negativa, como la ira. Sea como sea, reconoce esas
emociones, acéptalas como parte tuya que son. Una buena forma de hacerlo es
mediante un diario: crearás un reflejo de ti y le estarás dando voz a tu
interior; no juzgues ni analices lo que escribes. Simplemente, dale voz a cómo
te sientes.
-No subestimes tus cualidades
y talentos. Por poco que sea, siempre habrá una cosa que tú haces mejor que
nadie en el mundo. En ti está presente una mezcla única de cualidades, y hay un
potencial que está deseando salir a relucir. Habla bien de ti, tú eres tu mejor
amigo y el compañero con el que tendrás que convivir toda la vida. Haz una
lista de todas las cosas que se te dan bien. Te darás cuenta de dos cosas: de
todo lo bueno que tienes y de todas las cualidades más que puedes adquirir si
te lo propones.
Si sientes que te juzgas severamente
y que tienes dificultades con tu lenguaje interno, en Meraki Psicología
Aplicada podemos ayudarte.