Dirigir la propia vida en esos momentos requerirá de un gran esfuerzo por nuestra parte. No hay soluciones mágicas para mitigar el dolor de una pérdida o sobrellevar una enfermedad, pero sí podemos evitar caer en conductas de autodestrucción que se producen por la ruptura de un tiempo de felicidad anterior. Las crisis nos ayudan a cambiar y crecer como personas; aprovechar esos vientos de cambio a nuestro favor será la mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos.
Afortunadamente, contamos con una capacidad maravillosa que nos permite adaptarnos a las nuevas situaciones: la resiliencia. Esta capacidad requiere de una inquietud por nuestra parte que nos empuja a conocernos de modo profundo, y este autoconocimiento es, a su vez, la herramienta más poderosa para proporcionarnos el coraje que necesitamos para superar las adversidades.
Veamos algunas pautas que pueden ayudarnos a situarnos nuevamente en la estela de la vida y recuperar la ilusión:
-Si estás en un proceso de duelo (por la pérdida de una persona querida, una relación, un trabajo, tu salud…), permítete sentir tristeza, pero también enfrentarte a la pena. Afróntala de modo activo, tomando un papel alejado del victimismo y la autocompasión excesiva. Comienza a escribir un diario, intentando ser lo más honesto posible, ya que sólo tú tendrás acceso a lo que escribas. Simplemente estarás creando un reflejo de ti. Un buen ejercicio para comenzar ese diario puede ser escribir cómo vas a superar la situación por la que estás pasando; esto moviliza el pensamiento positivo hacia la superación del problema y genera autoestrategias para salir adelante.
-Permítete llorar como expresión natural de la tristeza. Llorar tiene una acción reparadora en el organismo y estamos programados genéticamente para notar alivio después del llanto. Eso sí, procura acotar un tiempo y un lugar a este llanto, que el llanto no se convierta en ocupa permanente de tus pensamientos y de tu día a día.
-Busca un sentido a tu vida. Encontrar cuál es tu motivo para seguir adelante y para qué quieres hacerlo puede ayudarte a ajustar las velas para aprovechar mejor los vientos de cambio. Si encuentras el para qué encontrarás automáticamente el cómo.
-Recupera y estrecha vínculos. Los sentimientos de pérdida y tristeza pueden llevarnos a buscar la soledad. Esto puede resultar positivo al comienzo, pero si se prolonga demasiado resultará contraproducente. Para evitarlo, diseña momentos con los seres que más te importan que te permitan estrechar los vínculos con ellos, y busca la compañía de personas que te resulten agradables y te reconforten. Es el momento de conocer gente nueva o recuperar el contacto con otras personas. Aléjate de personas que no te hagan sentir bien.
-Traza un nuevo plan de vida. Incluye en él todo aquello que desearías hacer a todos los niveles: metas laborales, personales, espirituales… también haz una lista de los recursos personales y materiales que posees para alcanzar esas metas. Esto movilizará tus pensamientos hacia la nueva realidad que se abre ante ti.
-Si puedes, establece una rutina de pasear a paso ligero al menos 30 minutos al día. Esto te ayudará a mejorar el humor y clarificar los pensamientos.