Jubilación

Todos soñamos con ese dorado momento en el que dejamos de trabajar; hemos pasado toda la vida aportando nuestro granito de arena a la sociedad mediante nuestro trabajo, y se acerca la hora de tomar un merecido descanso y de afrontar el cambio que ello supone. Es necesario especificar que me refiero a la jubilación en edad moderadamente avanzada, es decir,  de 65 años en adelante.

Para realizar una buena gestión de la jubilación, es necesario comenzar por replantearnos las creencias que tenemos acerca de ella. Veamos algunos mitos que conviene revisar:

-La jubilación será una época dorada donde vamos a disfrutar de buena salud y estaremos físicamente estupendos. Cuidado: no siempre gozaremos de la salud que nos impone la publicidad. El deterioro físico y las pérdidas cognitivas son lo habitual en el proceso de envejecimiento, pero cada caso será particular; hay personas que llegan muy bien física y cognitivamente a edades avanzadas y otras que no.   

-La jubilación es una época para viajar. Esta posibilidad de viajar estará condicionada por muchas cosas: la salud, el nivel económico, si hay otras responsabilidades… Cada caso será particular. La imagen idílica de jubilados viajando constantemente puede que no se ajuste a todas las realidades.

-La jubilación es una época para hacer lo que cada uno ha querido hacer siempre. Es cierto que hay más disponibilidad de tiempo (tiempo que antes ocupaba el trabajo), pero también pueden aparecer más responsabilidades, como ayudar a los hijos cuidando de los nietos. Aquí es necesario abordar una cuestión: cuidar de los nietos no debería suponer un sobreesfuerzo. Esto hay que hablarlo claramente con los hijos. Se ayuda cuando se puede y se quiere en la crianza de los nietos; no debería ser una imposición. Desgraciadamente, veo casos de abuelas/os que están realmente sobrepasados por estas obligaciones familiares. Lo ideal es dejar tiempo para disfrutar haciendo aquellas cosas que te gustan, pero también es importante realizar una lista de nuevos objetivos y metas, siempre acordes a nuestras circunstancias. Cada vez más frecuentemente las instituciones de enseñanza reglada ofrecen recursos para las personas mayores que deciden estudiar o volver a estudiar; puede constituir una excelente opción para aquellas personas a las que les gusta seguir aprendiendo.

Para algunas personas este cambio de rol de trabajador activo a persona sin actividad laboral no resulta sencillo; y esta dificultad puede tener su origen porque en la jubilación confluyen varios factores a tener en cuenta: el primero de ellos es que dejas de ser una persona productiva (en el sentido más literal de la palabra); el segundo es que la sociedad tiende a dejar de lado a las personas mayores (hablaremos en otra ocasión de la gerontofobia) y, por último, que entramos en una de las últimas etapas de la vida, lo que nos recuerda nuestra propia mortalidad (en nuestra mente todos somos inmortales). Por tanto, la jubilación no es un paso sencillo ni puede resultar tan maravillosa como nos la han contado. 

Algunas pautas que pueden ayudar a gestionarla con éxito son:

-Conectar con nuestros verdaderos intereses.

-Trabajar los mitos o creencias que podamos tener asociados a la jubilación.

-Elaborar objetivos y metas realistas, acordes con las circunstancias personales. Los demás son los demás y sus circunstancias.

-Crear y disfrutar a nuestro ritmo de una red de apoyo social.

El sueño

Según la Sociedad Española de Neurología el 48% de la población adulta y el 25% de la población infantil no disfruta de un sueño de calidad. Siguiendo con los datos, se calcula que más de cuatro millones de españoles sufren algún trastorno relacionado con el sueño, pero solamente una de cada tres personas acuden a su médico.

Existen tres factores desencadenantes del insomnio:

-Predisposición a sufrirlo; esto significa que hay personas que tienen una cierta tendencia a padecer este trastorno del sueño. Estas personas presentan una actividad fisiológica elevada, y poseen ciertas características personales como que son perfeccionistas, metódicas, controladoras, les cuesta aceptar que se cometen errores (ellos y los demás), son rígidas de pensamiento, les cuesta adaptarse a los cambios y desconectar.

-Factor precipitante, es decir, el suceso desencadenante de la situación de insomnio. Dejemos claro que la pérdida de sueño es una reacción normal y puntual a situaciones como un duelo, un divorcio, pérdida de salud, estrés laboral, etc. El problema surge cuando esta situación puntual de insomnio se convierte en algo prolongado en el tiempo.

-Perpetuación en el tiempo del episodio de insomnio; es aquí cuando comienzan a darse los pensamientos rumiantes durante la noche sobre el propio insomnio, lo que genera la llamada ansiedad de ejecución o anticipada sobre el hecho de dormir. Los pensamientos se vuelven circulares, asfixiantes y opresivos en torno al monotema de no conseguir un sueño reparador. Y se convierte en la pescadilla que se muerde la cola: “pienso que no voy a poder dormir--no duermo por la propia angustia de pensar que no voy a poder dormir--pienso que no voy a poder dormir--no duermo por la propia angustia de pensar que no voy a poder dormir” y así hasta el infinito…

Estos problemas de sueño influyen en el consumo de ansiolíticos o hipnóticos, siendo las benzodiacepinas los productos más recetados: España es el país del mundo con mayor consumo de estos medicamentos. Antes de llegar al consumo de medicación, existen algunas pautas que pueden ayudarnos a mejorar nuestro sueño:

-Alimentación: cenar frugalmente; ni acostarse con hambre ni demasiado saciado. La última ingesta conviene realizarla unas dos horas antes de acostarse como mínimo. Cuidado con las bebidas que contengan excitantes (café, té, refrescos).

-Ejercicio. Preferiblemente es  mejor no realizarlo antes de ir a dormir, ya que el cuerpo se activa; lo ideal es dejar dos horas mínimo entre la actividad física y el ir a dormir. Es conveniente realizar actividades que requieran poco consumo de energía antes de dormir como escuchar música o leer.

-Siesta. Es mejor evitarla, pero si necesitas tomarte un rato de cerrar los ojos al medio día, que no supere los 20 minutos.

-Otros factores. Si no nos quedamos dormidos en los 20 minutos siguientes a acostarnos, lo mejor es levantarse y realizar la actividad que más aburrida nos parezca (planchar, fregar platos). También es importante levantarse y acostarse siempre a la misma hora, incluyendo fines de semana y vacaciones. El sexo es un factor que favorece activamente el descanso; recordemos que contribuye a una buena salud mental y a aliviar el estrés. Durante el sexo segregamos hormonas como la prolactina y la oxitocina, responsables de los sentimientos de bienestar, placer y relajación.