Comunicación con adolescentes

La adolescencia es, evolutivamente hablando, una de las etapas más complicadas del ciclo vital y a menudo los padres se encuentran perdidos conforme sus hijos van avanzando hacia ella.

Son muchos los factores que confluyen para que esta etapa sea complicada para los adolescentes (biológicos, neurológicos, sociales, etc.) y que resulte agotadora para los padres. Aquí os dejo algunas indicaciones para mejorar la comunicación y que la relación con ellos sea lo más fluida posible.

Respetar. Ninguna relación humana es posible sin el respeto. Aceptar y respetar sus emociones, su necesidad de espacio, su manera de ver las cosas, su propio universo y todo lo que forma parte de nuestro adolescente es fundamental para una relación exitosa. 

Escuchar. Escuchar. Escuchar. ¿Significa esto que hay que quedarse con la boca cerrada cuando quiera hablar de cualquier cosa? Sí. Escuchar en silencio es una de las más poderosas formas de respeto que puede darse entre dos personas. Te está mostrando su mundo interno: tienes mucha suerte, así que agradécelo permaneciendo en silencio. Demuéstrale que puede confiar en ti y que puede hablar de lo que sea contigo.

Ponerse en su lugar. Seguro que si nos ponemos a recordar cómo fue nuestra adolescencia, nos resulte más sencillo empatizar con ellos. Todos hemos pasado por esa edad y guardamos aún algunas de las locuras que cometimos en nuestra memoria, así que seamos comprensivos con las suyas. Esto no significa que todo vale, pero sí que la comprensión nos puede simplificar mucho las cosas.

Propiciar momentos de comunicación. Los adolescentes suelen comunicarse poco o muy poco con sus progenitores. A esto se añade que, en esta era digital, cada uno de nosotros estamos más pendientes del móvil, de la tablet, del ordenador o de la tele que de nuestros hijos. Así pues, habrá que fabricar momentos propicios para estar con ellos, momentos de desconexión de lo digital y de conexión con los hijos (la hora de la cena suele ser un buen momento). Para propiciar este diálogo se puede compartir algo que le haya sucedido a un familiar, un debate amistoso como si le gusta más la playa o la montaña, qué deseo le gustaría pedir, si les gusta más el cine o el teatro… y hablar de los recuerdos que toda la familia tiene en común nunca falla (puede ser de un viaje, la antigua casa familiar de los abuelos, etc.).

Preguntar sin que parezca un interrogatorio policial. Pregúntale qué música le gusta, cuál es su ropa preferida… sin juzgar, sin censurar, sin acusar. Cualquier cosa servirá. No se trata de encontrar sus fallas, sino de conocerlos realmente.

Fomenta su autoconfianza. En esta etapa, la autoestima se resiente debido sobre todo a la multitud de opiniones externas (a menudo denigrantes) que escuchan. Pensad en la cantidad de mensajes negativos que pueden escuchar al cabo del día sobre su aspecto, su rendimiento académico y otras muchas áreas. Esto directamente repercute en que disminuye la valía que sienten. Mensajes como “Confiamos en ti” “Sabemos que puedes hacerlo” “Lo harás bien” pueden conseguir que no se apague esa valía interna.

 

Los prejuicios que tenemos sobre los psicólogos

Recientemente una conocida cadena de comunicación ha puesto en marcha un programa con el que se pretende visibilizar la salud mental y la importancia que requiere su cuidado. Me gusta especialmente el lema que han escogido “De esto hay que hablar”, y adjunto el enlace para más información sobre esta iniciativa https://www.lasexta.com/constantes-vitales/. Es fundamental que la sociedad vaya teniendo cada vez más presente la salud mental y cuál es el papel de todos aquellos que nos dedicamos a ella. Sin embargo, todavía tenemos muchos prejuicios sobre la figura del psicólogo y asistir a terapia. Veamos algunos de estos prejuicios:

“Un psicólogo es como un amigo, no puede hacer mucho más por mí que escucharme, y además, mis amigos no me cobran”. Es indiscutible el papel que puede tener el apoyo social en nuestro desarrollo y ante las dificultades que puedan surgirnos en la vida. Un amigo será un buen oyente, pero un psicólogo es el especialista que tiene los conocimientos técnicos sobre comportamiento humano. En España necesita de dos titulaciones universitarias para poder ejercer en el ámbito privado como tal, por lo que sin duda sabrá ofrecerte aquellas estrategias y técnicas que te ayuden con tu dificultad. Y como cualquier otro profesional de la salud cobra por su trabajo.

“Me da miedo contarle mis cosas a un desconocido. Mis cosas son mías”. Descubrir todo lo que somos a un desconocido no es fácil, sobre todo cuando estas revelaciones pueden incluir aspectos más negativos de nosotros. Pensamos que se puede forjar una idea de que somos malas personas, pero en realidad lo que se hace en terapia es precisamente ayudar a descubrirse a la persona que asiste. Este proceso de descubrimiento puede que a veces no sea agradable, pero resulta fundamental para la ayuda terapéutica. Además, los psicólogos no están para juzgar ni censurar a nadie, sino para aceptar de forma incondicional, ofreciendo una escucha cálida y activa. Y no hay que olvidar que para que una terapia resulte exitosa es fundamental construir una relación personal terapéutica adecuada, por lo que disponer de habilidades interpersonales resulta indispensable para ser un buen profesional.

“Esto que me pasa es una tontería”. Nuestra salud mental merece tanta atención como nuestra salud física, lo que ocurre es que tradicionalmente le hemos prestado más atención a la salud física. Cuidar de nuestro bienestar incluye también cuidar nuestro aspecto emocional.

“Si voy, al final voy a hacer lo que el psicólogo quiera y me va a manipular”. Un buen psicólogo no va a tomar las decisiones por ti, sino que te dotará de herramientas y recursos personales para que tú las tomes por ti mismo. El psicólogo sólo es un acompañante en tu proceso terapéutico.

“Lo que yo tengo se me quita con pastillas”. Sin duda los psicofármacos son de gran ayuda para los problemas de salud mental graves, pero está más que demostrado (existe mucha literatura científica al respecto) que el tratamiento farmacológico por sí solo no resulta tan efectivo como combinado con terapia.

Si notas dificultades en tu experiencia vital, si sabes que te ocurre algo, pero no tienes claro el qué, no te dejes vencer por los prejuicios y cuida tu bienestar emocional acudiendo al psicólogo.