Todos hemos dicho alguna vez “Estoy estresado/a” refiriéndonos a ese “malestar”, ese “sobresalto”, esa “tensión” que sentimos en determinados momentos. Hay casi tantas definiciones de estrés como personas lo sufren. La pregunta que muchas veces se plantea a los profesionales es si el estrés es equivalente a la ansiedad; la respuesta a esta pregunta es no, ya que la ansiedad se refiere a una preocupación excesiva y constante, difícilmente controlable, sobre diversos acontecimientos, temáticas o actividades (no solamente en lo laboral), que se asocia a una sobreactivación del sistema nervioso autónomo (simpático) y a la emoción de miedo intenso e irracional. Lo que sí hay que dejar claro es que el estrés puede generar o derivar en ansiedad si se sufre durante un tiempo prolongado. Es decir, la preocupación o tensión en el ámbito laboral, si se mantiene el tiempo suficiente, puede ocasionar su extensión al resto de ámbitos o dominios de nuestra vida, sobreactivando de forma permanente nuestro sistema nervioso autónomo (simpático).
La Agencia Europea de Seguridad y Salud en el trabajo considera el estrés como un “desequilibrio percibido entre la demanda y la capacidad de respuesta en condiciones en las que el fracaso ante esa demanda posee importantes consecuencias”. Así, se produce una demanda del entorno, el organismo responde ante esa demanda activándose para superar la situación y superada la situación hay una vuelta al equilibrio, encontrando respuestas nuevas a la situación planteada. De esta forma, podemos hablar de "eustrés o estrés positivo", donde existe una vuelta al equilibrio del organismo de forma rápida y sin consecuencias sobre la salud (un día donde hemos tenido que dar respuestas rápidas a varias situaciones o demandas consecutivas en el trabajo, pero que ha sido de forma puntual, sólo un día). Y de "estrés negativo", que perdura durante más de un mes, cuando no se produce una vuelta al equilibrio del organismo, y trae consecuencias sobre la salud del trabajador (imaginemos que todos los días fuesen como el que hemos descrito).
Para explicar el estrés laboral basado en las demandas se utiliza el modelo JDR (Job-Demands-Resources) o Demanda-Recurso. Una demanda se define como cualquier aspecto del trabajo que requiere esfuerzo físico, mental y emocional, y que está asociado a costes (psicológicos o fisiológicos). Un recurso se refiere a todo aquello que puede reducir las demandas y sus costes asociados, que no sólo incluye los recursos materiales y que es funcional para el logro de los objetivos laborales, estimulando el aprendizaje, el desarrollo y el crecimiento del trabajador (es decir, de qué disponemos para hacer frente a las demandas). La interacción entre los niveles de demandas y recursos produce cuatro tipos de trabajo:
Bajas demandas/bajos recursos: trabajo fácil
Bajas demandas/altos recursos: trabajo aburrido
Altas demandas/altos recursos: trabajo retador
Altas demandas/bajos recursos: trabajo estresante
Así pues, es la combinación de unas altas demandas con bajos recursos para hacerles frente la que produce como resultado un trabajo estresante.
A esto se pueden añadir otros dos factores que componen el modelo integral del estrés: los estresores y los moduladores. Los estresores son todos aquellos estímulos que provocan malestar, tensión, etc. Veamos a continuación algunos de ellos:
-Condiciones físicas del trabajo: temperatura y condiciones climatológicas; iluminación, ruido, vibraciones, higiene, toxicidad, peligros biológicos, disponibilidad y disposición del espacio físico para el trabajo.
-Demandas del trabajo: tiempo (duración, turnos, nocturnidad), sobrecarga de trabajo (número de tareas), exposición a riesgos y peligros (cuerpos de seguridad).
-Contenido: características de las tareas en sí mismas (repetitivas, ritmo de trabajo), oportunidades para tener el control y para el uso de las propias habilidades; retroalimentación (señalar errores o aciertos).
-Desempeño de roles (este trae de cabeza a las empresas y es el principal motivo de estrés laboral): conflicto de rol (unos me piden una cosa, otros otra incompatible ¿cuál debo hacer?) y ambiguedad de rol (¿sé cuál es mi trabajo y hasta dónde llega mi responsabilidad?).
-Relaciones interpersonales y grupales: densidad en el lugar de trabajo, calidad de las relaciones personales (compañeros, subordinados, usuarios, clientes), relaciones grupales (clima del grupo, falta de cohesión, conflictos).
-Desarrollo de la carrera profesional: inseguridad, infra-promoción, promoción excesiva (síndrome del ejecutivo), transiciones (jubilación, cambio de puesto, estancamiento).
-Nuevas tecnologías (tecnoestrés, teletrabajo): adaptación a los cambios, incremento del control, responsabilidad, invasión de la privacidad, reducción de interacción y contactos sociales.
-Conciliación: estresores crónicos familiares (cuidar de hijos o padres), compromiso con la carrera profesional, pareja trabajadora.
Por su parte, los moderadores o moduladores actúan aumentando o disminuyendo el efecto de los estresores. Esto quiere decir que la respuesta del organismo y el impacto en la salud del estrés va a estar mediado o modulado por algunas características individuales como la edad, la educación, el género, el coping, la personalidad y el apoyo social entre otras.
Entendemos el coping o afrontamiento como los esfuerzos que realiza una persona para solucionar un problema. En este caso, el coping se refiere a qué hace una persona para reducir los efectos negativos del estrés sobre su bienestar. Existen tres tipos o estilos de coping:
1. Coping centrado en el problema: implica una búsqueda de información con el objetivo de la resolución del problema (¿Qué hago ante el estrés?).
2. Coping centrado en emociones: incluye la regulación y la expresión de las emociones que provoca el estrés (¿Cómo me siento ante el estrés? ¿Cómo gestiono las emociones que me produce?).
3. Coping centrado en la valoración: se centra en un control de la valoración o evaluación de las situaciones de estrés (¿Qué pienso o creo sobre el estrés y que está condicionando mi experiencia?).
El apoyo social es la información que permite a las personas tener la creencia de que otras personas se preocupan por ellos y les quieren, que son estimados y valorados, y que pertenecen a una red de comunicación y obligaciones mutuas. Frente al estrés, es importante tener una red de apoyo social adecuada, un grupo
de personas que nos ayude en los momentos más difíciles y con los que
podamos compartir también buenas experiencias (pareja, familiares, amigos). Respecto al apoyo en el ámbito laboral, con los compañeros es importante que las relaciones estén marcadas por la actitud positiva y la colaboración dentro y fuera del trabajo. Con los mandos intermedios o supervisores, es aconsejable e ideal una relación fluída, en la que el trabajador perciba apoyo por parte de su superior y también cierta autonomía para desarrollar su tareas.
Por último, algunas pautas para controlar el estrés pueden ser: llevar una alimentación sana, hacer ejercicio de forma regular, mantener una vida sexual activa, tener hobbies o intereses diferentes al trabajo, realizar actividades placenteras al aire libre, disfrutar de frecuentes actividades de ocio con la red de apoyo más cercana, disfrutar de tiempo libre para desconectar sin hacer nada, mimarse de vez en cuando...
Si crees que puedes sufrir dificultades relacionadas con el estrés laboral, recuerda que en Meraki Psicología Aplicada podemos ayudarte.