Descubrir nuestro talento

Como decíamos en la entrada anterior, poner pasión en todo lo que hacemos día a día es uno de los factores más influyentes en nuestra percepción de que la vida merece la pena ser vivida. Pero... ¿cómo descubrir lo que nos apasiona? Todos tenemos cualidades que nos hacen únicos y maravillosos, también vocaciones o talentos que nos hacen sentir parte integrante del mundo que nos rodea, pero a veces ocurre que no hemos descubierto aún esa actividad o talento que nos hacer sentir conectados con la vida.

Puede que no la hayamos descubierto porque traemos de serie tres creencias que nos sabotean a la hora de descubrir y potenciar dichas cualidades.

La primera creencia es que nuestras capacidades son limitadas; sin embargo, todos tenemos imaginación, inteligencia, emociones, intuición y conciencia física y sensorial.  Y ninguna de ellas tiene un contador de limitación de uso. Por tanto, podemos potenciarlas hasta casi el infinito. 

La segunda creencia es que pensamos que estas capacidades son independientes unas de otras, y nos olvidamos de que somos seres holísticos, donde todos los sistemas se relacionan entre sí y se aportan y complementan unos a otros. No son piezas de un puzle separadas del resto, sino que se interconectan con otras piezas, formando una maquinaria precisa: nuestro potencial.

Y la tercera es que desconocemos en líneas generales que poseemos un gran potencial para crecer y cambiar, olvidando nuestra plasticidad neuronal. Científicamente está demostrado que nuestro cerebro posee una gran capacidad de cambiarse a sí mismo (hay muchísima literatura al respecto), por lo tanto, podemos modificar nuestros propios pensamientos y capacidades.

Todo eso está muy bien pero... ¿cómo puedes descubrir ese talento? Esta es una pequeña guía de viaje que puede ayudarte a descubrir ese gran continente de talento que todos guardamos en nuestro interior.

Comienza por explorar y descubrirte a ti mismo, sin miedo. Obsérvate mientras estas en esos momentos de descanso, donde no hay obligaciones. ¿Qué es lo que haces? Tal vez te guste jugar al ajedrez en una aplicación del móvil, buscar noticias relacionadas con los últimos descubrimientos relacionados con el cosmos, hacer garabatos con un lápiz, leer sobre moda, escuchar música, realizar nudos marineros… ¿con qué actividades disfrutas y se te pasa el tiempo sin que te des cuenta? Ahí puede que se encuentre ese talento oculto y que nunca has desarrollado.

Reserva un momento del día para escucharte. Dentro de ti mismo hay una vocecita que te indica qué es aquello que te ilusiona o apasiona. Para ayudar a esa vocecita a expresarse, anota todas las cosas que hayas disfrutado mientras las hacías o aquellas experiencias que hayan sido especialmente positivas para ti. Puedes añadir más detalles como con quién estabas, si notabas algo en tu interior en ese momento, etc. Se trata, en resumen, de saber con qué experiencias o situaciones has “vibrado”.

También puedes realizar una línea de vida en la que recopiles aquellos momentos en los que te has sentido especialmente bien con lo que eras y con lo que hacías en ese momento. Es importante que recojas también el porqué te sentías tan bien. Te ayudará a descubrir algunos de tus valores personales más importantes.

Escribe una lista de las cosas que creas más importantes para ti, las que mejor se te dan y las que más te gustan. Coloca al lado la frecuencia con la que las llevas a cabo en la actualidad. Después, planifica o idea acciones para incorporar a tu vida esas cosas que te gustan y que no puedes hacer con la frecuencia que te gustaría.  

Haz un balance de todos los recursos personales y de otra índole (económicos, comunitarios) con los que cuentas, que siempre son más de los que crees. Puedes hacer una pequeña lista de cosas que hayas aprendido a lo largo de tu vida; también puedes confeccionar otra lista con las capacidades que son tuyas (confianza, compañerismo, serenidad, capacidad de organización) y que te suponen una fuente de bienestar y piensa cómo podrías fortalecerlas para que te ayuden a tener una vida más gratificante en cualquier aspecto. 

Imagina por un momento que vives la vida que te gustaría: que te rodean las personas que tú quieres, que te muestras tal y como eres, que tienes el trabajo que deseabas y que te sientes muy feliz por todo eso. Visualízalo. Toma contacto con el escenario ideal mentalmente durante unos minutos. Permanece en esa sensación de felicidad y bienestar. Después haz un esquema o un mapa conceptual sobre cómo podrías llegar a ello especificando la trayectoria a seguir hasta conseguirlo o cómo podrías acercarte lo máximo posible y cuál sería el primer paso para iniciar ese camino tan prometedor.

Cuando tomamos contacto real con aquello que queremos alcanzar, podemos descubrir todo un universo maravilloso que quizá antes no habíamos percibido en su plenitud; aprender a aprovechar todos los recursos de los que disponemos es el siguiente paso para ir avanzando en nuestro proyecto vital. Cada día irán apareciendo nuevas oportunidades y experiencias, modelando nuestra existencia y activando de nuevo todo lo que nos mueve, para sentir esa vitalidad y plenitud de estar conectados con la vida.

Recuerda, la vida es como las olas del mar, que nos atrapa y embelesa en su constante movimiento, y, si aprendemos a navegar, podremos amar y disfrutar la experiencia de vivir inmersos y relajados en su compás.

Si te gusta autoconocerte y descubrir todo tu potencial para crecer, en Meraki Psicología Aplicada podemos ayudarte. 

Pasión

Todos conocemos a muchas personas a las que les apasiona tanto lo que hacen que no pueden ni por un momento imaginarse haciendo otra cosa en su vida. ¿Y de qué hablamos cuando hablamos de pasión? La mayoría de nosotros la relacionamos con aspectos interpersonales pero en la psicología positiva existe otra acepción para esta palabra, relacionada con la realización de actividades. Así, la pasión en todo lo que hacemos es un factor que nos permite nuestro desarrollo personal y sentir que vale la pena vivir la vida. 
En la psicología positiva se habla de dos tipos de pasión: la armoniosa y la obsesiva. La pasión armoniosa es el resultado de una internalización de la actividad que amamos como algo separado de nuestra identidad y nuestro yo y que ocurre cuando la hemos aceptado libremente como importante para nosotros por sí misma, sin ningún suceso o evento externo que esté asociada a ella. Produce una fuerza motivacional que nos impulsa para participar de forma voluntaria y genera un sentido de voluntad y respaldo personal. Con este tipo de pasión la actividad ocupa un espacio significativo pero no abrumador en nuestra identidad y está en plena armonía con otros aspectos de nuestra vida. Realizarla nos hace sentir partícipes de la experiencia de una forma consciente y abierta que nos conduce a experiencias positivas. 
También esta pasión nos permite concentrarnos en la tarea en cuestión y experimentar resultados positivos mientras participamos en ella y cuando hemos acabado. Es decir, no existe conflicto alguno entre la actividad apasionada y otras actividades de nuestra vida. Además, si no podemos participar, si nuestra pasión es armoniosa, nos adaptamos y centramos nuestra atención y energía en otras tareas que tenemos que realizar. Es decir, tenemos el control, dicidiendo cuándo sí y cuándo no participamos en ella, y cuándo queremos dejarla, por lo que el compromiso conductual con la actividad tiene un componente de flexibilidad muy elevado. 
La pasión obsesiva resulta de una integración completa de la actividad que uno ama en nuestra propia identidad, sin ninguna separación de ella, formando parte de nuestros patrones o esquemas de identidad personal. Este proceso de internalización lleva no sólo a que la representación de la actividad sea parte indisoluble de nuestra identidad, sino además a que los valores y regulaciones asociados a ella sean, en el mejor de los casos, internalizados parcialmente en el yo, y en el peor de los casos, a ser internalizados completamente en nuestra identidad personal. Una internalización de este tipo y tan profunda tiene su origen en una presión intra y/o interpersonal, porque asociamos ciertas contingencias a la realización de la actividad, como sentimientos de aceptación social o de autoestima, o porque la sensación de excitación o emoción derivada de la participación en ella es incontrolable, experimentando un impulso incontenible por realizarla.
Como consecuencia de este impulso, corremos el riesgo de experimentar conflictos y otras consecuencias negativas afectivas, cognitivas y conductuales durante y después de participar en la actividad, llegando a mostrar una persistencia muy rígida hacia ella, volviéndonos dependientes de su realización. Esta persistencia puede llevarnos a experimentar conflictos con otros aspectos de nuestra vida, por ejemplo cuando deberíamos estar haciendo otra cosa, así como conducirnos a la frustración y la rumiación constante sobre la actividad.
En resumen, apasionémonos de una forma sana y armoniosa, para que las actividades nos produzcan bienestar, sensación de Flow y sensaciones positivas antes, durante y después de realizarlas.