Crisis de pareja

Mantener viva la ilusión en la relaciones sentimentales de larga duración no es sencillo; todas las parejas pasan por diferentes crisis a lo largo de su recorrido, y eso es, en cierto modo, algo natural. La pareja es un concepto muy complejo donde ambos miembros evolucionan paralelamente, al igual que las circunstancias particulares de cada uno; a estos factores individuales también se pueden suman otros estresores externos, como los hijos, factores económicos, etc. que también influyen mucho en cualquier relación. Veamos algunas de las características más comunes de las crisis de pareja:

-Escasa o mala comunicación. No hay temas de conversación en común o se establecen largos silencios entre los dos; también se utiliza el sarcasmo y el desprecio hacia el otro; los dos miembros de la pareja están a la defensiva y el ambiente comunicativo es hostil.

-Cuando se comunica, las críticas están presentes de forma continua. Se pierde la visión positiva del otro y de aquellas cualidades por lo que se enamoraron. El otro parece que, haga lo que haga, no hace nada bien.

-El apetito sexual se ha perdido. El relax y la sensualidad han dado paso al estrés por los acercamientos con intenciones sexuales. Ya no existe receptividad hacia la otra persona, y el propio cuerpo rechaza la idea de mantener relaciones sexuales con esa persona.  

-No disfrutan el tiempo a solas. No hay actividades en común, siempre están acompañados o ya no disfrutan de aquellas cosas de las que solían disfrutar. Se realizan planes por separado y, cuando se concretan planes conjuntamente, se olvida lo que le gusta al otro y se prioriza el satisfacer el gusto de uno de los dos miembros de la pareja.

-Incomodidad continua: la presencia del otro, sus gestos, sus palabras… todo molesta y no se soporta.

-Las discusiones son continuas: cualquier cosa es un motivo para discutir; no hay voluntad de llegar a un acuerdo para poner soluciones, sino que todo se utiliza para sacar a relucir actitudes y comportamientos del otro que poco o nada tienen que ver con el objeto de la discusión.  

Aunque estas crisis generan ansiedad, inestabilidad e inseguridad, son también una oportunidad para analizar qué desean sus miembros para el futuro y cómo son las dinámicas en el presente y la voluntad de cambiarlas. La respuesta está en gestionar el conflicto de la mejor forma posible; escuchar sin juzgar, y estar receptivo a cualquier posible solución, siempre desde la honradez y honestidad sentimental, sin cartas escondidas y sin querer que prevalezca una solución por encima de otra. El objetivo principal de este análisis profundo debe ser buscar siempre el bien común y atender a la vez a las particularidades de cada miembro de la pareja, y no el permanecer como pareja por motivos que poco o nada tengan que ver con los intereses reales de cada uno. 

La timidez


El mundo en el que vivimos exige una serie de cualidades muy diferentes a lo que conocemos por timidez. Sin embargo, esto no significa que la timidez haya desaparecido, sino que se esconde aún más (sobre todo por la irrupción de las pantallas en la vida cotidiana).

Veamos un poco en qué consiste lo que llamamos timidez. Por timidez entendemos el miedo a ser juzgado u observado y criticado por otros, lo que provoca que la persona evite situaciones sociales; la estrategia que se usa de forma habitual es la evitación. Esta timidez genera un sufrimiento tan profundo y paralizante que la persona se retira de la vida, aislándose, convirtiéndose en una persona incapaz de conservar relaciones cercanas o de trabajar. Entre las posibles causas de la timidez encontramos:

-Genética: algunas investigaciones han demostrado que existen comportamientos tímidos en bebés de un año, lo que refuerza la teoría de que el temperamento tímido está determinado en una gran parte por los genes que heredamos.

-Aprendizaje: la tendencia propia y natural de una persona tímida puede verse reforzada por lo que aprende de otras personas, sobre todo en los entornos más cercanos.

-Apego inseguro: sobreprotección, padres perfeccionistas, carencias afectivas… son aspectos que influyen en que los niños desarrollen poca seguridad en sí mismos y por ende la creencia de que su entorno afectivo no es seguro.

-Experiencias personales desagradables: si una persona tímida ha recibido burlas o humillaciones, lo más probable es que se retraiga aún más.

-Falta de autoestima: si el niño ha sido criticado negativamente de forma constante, se convertirá en un adulto miedoso, tímido e inseguro.

La timidez no es lo mismo que la introversión, aunque comúnmente se confundan: ser introvertido es poseer un rasgo de personalidad que tiene que ver con preferir la tranquilidad, con gustar de pasar tiempo a solas y con la práctica de actividades relacionadas con la reflexión (leer, pintar). Ser introvertido tiene sus ventajas; sabemos, por ejemplo, que una persona introvertida puede resultar un gran líder, ya que tenderá a escuchar a los demás más que a hablar, y a utilizar la empatía, por lo que puede facilitar el proceso comunicativo, ya que muchas de las cosas que suceden durante la comunicación lo hacen antes de que abramos la boca. Y de cara a ser un gran directivo, lo que cuenta no es la introversión o la extroversión, sino que es la humildad, cómo tratas a tus empleados y tu propósito laboral.

Por otro lado, si nos paramos a pensar un poco, existen contextos en los cuales las personas tímidas pueden resultar perfectamente funcionales, porque realmente no están expuestos al escrutinio de los demás; por ejemplo, aquellos contextos de oficina donde no trabajen directamente cara al público de forma constante, sino que interactúen únicamente con algunos compañeros de trabajo que en realidad están tan ocupados como el propio sujeto, con lo cual no se prestan atención unos a otros y no hay una interacción social prolongada. Para vencer esta timidez, lo ideal es saber gestionar la frustración que supone que los demás no reconozcan nuestro talento ni nuestro esfuerzo. Erróneamente creemos que lo que hacemos habla por nosotros, pero resulta muy difícil que los demás se percaten de nuestra labor, porque están muy ocupados en sus propias cosas y tareas; es importante lo que hacemos, pero igual de importante es saber transmitirlo, y la timidez puede resultar un muro para visibilizar una habilidad propia; por tanto, si sabemos algo, lo importante es levantar la mano para que los demás sepan que lo sabemos.

Por último, planteemos la pregunta del millón: ¿resulta necesario que alguien tímido modifique sus comportamientos? Aquí tenemos que atender a si la timidez resulta o no patológica. La persona tímida puede sufrir por dicha timidez, pero sólo es patológica cuando se lleva al extremo y se evitan a toda costa situaciones sociales, generando síntomas característicos de la ansiedad.