Por qué cada vez más personas eligen una vida con sentido, menos trabajo y más presencia
Entre mis muchas y maravillosas experiencias como terapeuta, es bastante frecuente escuchar planes para cambiar el rumbo de una vida. A veces es el hartazgo de la rutina, de la superficialidad de los estilos de vida o, simplemente, una jubilación o retirada voluntaria del trabajo. Hoy voy a dedicar la entrada a estos planes de cambio.
Reformar una casa de campo o comprar una casa cerca del mar… Trabajar lo justo… Volver al contacto con lo esencial… Puede sonar simple, incluso un poco romántico, pero, en el mundo actual, donde lo normal es correr, producir y llegar al agotamiento, elegir ese plan de vida es casi un acto político. Y no es una huida: es cuidado; es diseño de vida.
Trabajar lo justo: la revolución silenciosa
El modelo tradicional nos enseñó que más es mejor: más horas, más ingresos, más reconocimiento. Pero ¿a qué precio lo estamos pagando?
Hoy, cada vez
más personas se están haciendo la misma pregunta:
¿Y si vivir mejor no se trata de tener más, sino de necesitar menos?
La ciencia psicológica lo confirma: el exceso de trabajo deteriora la salud mental, reduce la creatividad y desconecta a las personas de sus propios ritmos. En cambio, trabajar lo justo —lo necesario para sostener una vida digna y coherente con tus valores— puede devolvernos energía, sentido y libertad.
Leer, pintar, escribir: volver a habitar el mundo desde dentro
En una sociedad que valora lo que genera dinero por encima de lo que da sentido a la propia vida, dedicar tiempo a tus pasiones no productivas es una forma de resistencia.
Leer, pintar, escribir… no son hobbies menores. Son formas de habitar el mundo desde adentro, no desde el consumo. Son prácticas que te devuelven a ti mismo o misma, que no te extraen ni te agotan. En un entorno natural, con espacio y ritmo propio, esas pasiones pueden florecer sin ruido.
El miedo es parte del cambio
Transformar nuestra vida no es sencillo. Y entonces, cuando hacemos planes, surgen preguntas:
- ¿Y si me aíslo demasiado?
- ¿Y si no encajo más con el mundo “de siempre”?
- ¿Cómo sostengo esta nueva vida sin volver a lo que quiero dejar atrás?
Esas dudas son perfectamente válidas. No hay respuestas perfectas. Pero el deseo que sientes es totalmente legítimo. Y vale la pena seguirlo con paciencia y compromiso. Porque esto no es un impulso pasajero: es una dirección interna. Un nuevo norte hacia el que navegar.
Diseña tu vida como quien modela arcilla
Darle forma real a este cambio es como trabajar la arcilla: a veces torpe, lento, lleno de dudas… pero también lleno de intención. No estás construyendo un plan perfecto. Estás diseñando una vida. Y si el norte es claro (paz, tiempo propio, creación, naturaleza), cada paso, por pequeño que sea, va a sumar.
¿Cómo empezar a dar forma a esta vida más esencial?
Si este deseo resuena en ti, te propongo cuatro pilares para ordenar el camino:
- Clarificar lo que es esencial para ti. ¿Qué no puede faltar en esa vida que quieres? ¿Qué sí estás dispuesto o dispuesta a soltar?
- Recursos concretos ¿Ya tienes en mente un lugar? ¿Cuánto necesitarás para vivir de forma austera pero cómoda?
- Transición suave ¿Cómo puedes ir construyendo esta nueva vida sin tirarte al vacío de golpe?
- Red de apoyo ¿Quiénes te inspiran, te sostienen, te entienden? ¿Con quién puedes compartir este camino?
Volver a lo esencial es posible (y necesario)
Quizás ya diste algunos pasos. Quizás aún lo estás soñando. En cualquier caso, tu búsqueda es válida. No se trata de escapar de las responsabilidades para contigo y para con el mundo. Se trata de elegir con coraje y racionalidad emocionada (pensamiento y emoción acompasados); se trata de recordar que tienes derecho a una vida más serena, más natural, más tuya. Trabajar lo justo, vivir con sentido, estar más presente… No es solo un deseo. Es una posibilidad real.
¿Te estás planteando un cambio así? ¿Qué sería “trabajar lo justo” para ti?