La soledad, la nueva compañera de la época moderna

La soledad es definida como una experiencia emocional desagradable que ocurre cuando nuestras necesidades sociales o de relación con otros no están cubiertas, y se sienten como insuficientes o deficientes. Es decir, cuando las relaciones sociales reales que una persona tiene y las que le gustaría tener no son coincidentes. En el mundo occidental y en la sociedad actual es un sentimiento bastante frecuente.

Sin embargo, esta experiencia de soledad es enteramente subjetiva, por lo que la soledad no hace referencia a estar solo de una manera objetiva, sino a experimentar esa soledad a un nivel emocional: hay personas que tienen una vida social limitada y no por ello sienten soledad, y otras personas que sí la sienten a pesar de estar rodeados de gente.

Veamos algunos de los factores que influyen en esta percepción subjetiva de soledad:

-Satisfacción con nuestras relaciones. Esto tiene que ver con sentirse comprendidos, escuchados, valorados, tenidos en cuenta… Podría resumirse con la pregunta ¿Las relaciones que mantengo con grupos o personas son de calidad? Si mis relaciones son de calidad y siento satisfacción con ellas, no importa el número que tenga: una o veintiuna, sentiré que son valiosas y me aportan.  

-Aceptación social. Si las personas con las que me relaciono son críticas conmigo, no me sentiré aceptadx tal y como soy, con lo cual, aunque esté con ellas y esté acompañado de muchas personas, mi percepción de soledad y de incomprensión aumentará.  

-Cercanía emocional. Podemos estar rodeados de muchas personas, pero con las que las interacciones sean distantes y no cumplan el requisito de sentirnos cercanos emocionalmente, no sentiremos que tenemos esa conexión o cercanía emocional necesaria para que la relación sea considerada como satisfactoria.

-Expectativas y creencias acerca de cómo tienen que ser las relaciones o la vida social. A veces pensamos que no tenemos vida social por no tener un plan el sábado o consideramos que un amigo no es de verdad un amigo si no antepone nuestras necesidades a las suyas y abandona sus planes para estar con nosotros. Cuidado con todas estas expectativas o creencias erróneas sobre cómo tienen que ser nuestras relaciones.

Si bien la soledad tiene aspectos menos positivos, también es cierto que en la sociedad actual vivimos todo lo relacionado con la soledad como algo negativo; sin embargo, la realidad es que podemos sentirnos en plenitud estando solos también. A veces hay que satisfacer necesidades como la individualidad o la privacidad. Este distanciamiento voluntario, temporal y constructivo puede tener múltiples beneficios, como, por ejemplo:

-Fomentar la autonomía, la concentración y la creatividad.

-Mejorar la autorregulación y la formación de identidad.

-Desarrollar la capacidad de reflexión y de resolución de problemas.

-Mejorar nuestro rendimiento personal.

-Ayuda a reforzar la empatía y a establecer mejores vínculos sociales.

 

Crisis de pareja

Mantener viva la ilusión en la relaciones sentimentales de larga duración no es sencillo; todas las parejas pasan por diferentes crisis a lo largo de su recorrido, y eso es, en cierto modo, algo natural. La pareja es un concepto muy complejo donde ambos miembros evolucionan paralelamente, al igual que las circunstancias particulares de cada uno; a estos factores individuales también se pueden suman otros estresores externos, como los hijos, factores económicos, etc. que también influyen mucho en cualquier relación. Veamos algunas de las características más comunes de las crisis de pareja:

-Escasa o mala comunicación. No hay temas de conversación en común o se establecen largos silencios entre los dos; también se utiliza el sarcasmo y el desprecio hacia el otro; los dos miembros de la pareja están a la defensiva y el ambiente comunicativo es hostil.

-Cuando se comunica, las críticas están presentes de forma continua. Se pierde la visión positiva del otro y de aquellas cualidades por lo que se enamoraron. El otro parece que, haga lo que haga, no hace nada bien.

-El apetito sexual se ha perdido. El relax y la sensualidad han dado paso al estrés por los acercamientos con intenciones sexuales. Ya no existe receptividad hacia la otra persona, y el propio cuerpo rechaza la idea de mantener relaciones sexuales con esa persona.  

-No disfrutan el tiempo a solas. No hay actividades en común, siempre están acompañados o ya no disfrutan de aquellas cosas de las que solían disfrutar. Se realizan planes por separado y, cuando se concretan planes conjuntamente, se olvida lo que le gusta al otro y se prioriza el satisfacer el gusto de uno de los dos miembros de la pareja.

-Incomodidad continua: la presencia del otro, sus gestos, sus palabras… todo molesta y no se soporta.

-Las discusiones son continuas: cualquier cosa es un motivo para discutir; no hay voluntad de llegar a un acuerdo para poner soluciones, sino que todo se utiliza para sacar a relucir actitudes y comportamientos del otro que poco o nada tienen que ver con el objeto de la discusión.  

Aunque estas crisis generan ansiedad, inestabilidad e inseguridad, son también una oportunidad para analizar qué desean sus miembros para el futuro y cómo son las dinámicas en el presente y la voluntad de cambiarlas. La respuesta está en gestionar el conflicto de la mejor forma posible; escuchar sin juzgar, y estar receptivo a cualquier posible solución, siempre desde la honradez y honestidad sentimental, sin cartas escondidas y sin querer que prevalezca una solución por encima de otra. El objetivo principal de este análisis profundo debe ser buscar siempre el bien común y atender a la vez a las particularidades de cada miembro de la pareja, y no el permanecer como pareja por motivos que poco o nada tengan que ver con los intereses reales de cada uno.