El sueño

Según la Sociedad Española de Neurología el 48% de la población adulta y el 25% de la población infantil no disfruta de un sueño de calidad. Siguiendo con los datos, se calcula que más de cuatro millones de españoles sufren algún trastorno relacionado con el sueño, pero solamente una de cada tres personas acuden a su médico.

Existen tres factores desencadenantes del insomnio:

-Predisposición a sufrirlo; esto significa que hay personas que tienen una cierta tendencia a padecer este trastorno del sueño. Estas personas presentan una actividad fisiológica elevada, y poseen ciertas características personales como que son perfeccionistas, metódicas, controladoras, les cuesta aceptar que se cometen errores (ellos y los demás), son rígidas de pensamiento, les cuesta adaptarse a los cambios y desconectar.

-Factor precipitante, es decir, el suceso desencadenante de la situación de insomnio. Dejemos claro que la pérdida de sueño es una reacción normal y puntual a situaciones como un duelo, un divorcio, pérdida de salud, estrés laboral, etc. El problema surge cuando esta situación puntual de insomnio se convierte en algo prolongado en el tiempo.

-Perpetuación en el tiempo del episodio de insomnio; es aquí cuando comienzan a darse los pensamientos rumiantes durante la noche sobre el propio insomnio, lo que genera la llamada ansiedad de ejecución o anticipada sobre el hecho de dormir. Los pensamientos se vuelven circulares, asfixiantes y opresivos en torno al monotema de no conseguir un sueño reparador. Y se convierte en la pescadilla que se muerde la cola: “pienso que no voy a poder dormir--no duermo por la propia angustia de pensar que no voy a poder dormir--pienso que no voy a poder dormir--no duermo por la propia angustia de pensar que no voy a poder dormir” y así hasta el infinito…

Estos problemas de sueño influyen en el consumo de ansiolíticos o hipnóticos, siendo las benzodiacepinas los productos más recetados: España es el país del mundo con mayor consumo de estos medicamentos. Antes de llegar al consumo de medicación, existen algunas pautas que pueden ayudarnos a mejorar nuestro sueño:

-Alimentación: cenar frugalmente; ni acostarse con hambre ni demasiado saciado. La última ingesta conviene realizarla unas dos horas antes de acostarse como mínimo. Cuidado con las bebidas que contengan excitantes (café, té, refrescos).

-Ejercicio. Preferiblemente es  mejor no realizarlo antes de ir a dormir, ya que el cuerpo se activa; lo ideal es dejar dos horas mínimo entre la actividad física y el ir a dormir. Es conveniente realizar actividades que requieran poco consumo de energía antes de dormir como escuchar música o leer.

-Siesta. Es mejor evitarla, pero si necesitas tomarte un rato de cerrar los ojos al medio día, que no supere los 20 minutos.

-Otros factores. Si no nos quedamos dormidos en los 20 minutos siguientes a acostarnos, lo mejor es levantarse y realizar la actividad que más aburrida nos parezca (planchar, fregar platos). También es importante levantarse y acostarse siempre a la misma hora, incluyendo fines de semana y vacaciones. El sexo es un factor que favorece activamente el descanso; recordemos que contribuye a una buena salud mental y a aliviar el estrés. Durante el sexo segregamos hormonas como la prolactina y la oxitocina, responsables de los sentimientos de bienestar, placer y relajación.